miércoles, junio 06, 2007

Nacionalidad por conveniencia



En las noticias de hoy hemos visto como un artista tuvo intenciones de pintar de rojo el Mont-Blanc, en Francia.
En la prensa europea vemos como hablan de un “artista danés”, mencionando después su “origen chileno”:

France24
Liberation

En la prensa chilena, hablan de un “artista chileno”:

Radio Cooperativa

Y en El Mercurio se refieren a Marco Evaristti, “artista chileno-danés”.

¿Qué diablos es todo esto? ¿Danés? ¿Chileno? ¿Qué vale más? ¿Un papel, un linaje o los años de residencia?

Un muy buen amigo, a pesar de haber nacido en Francia, de haber vivido en este país por 13 años, de hablar un perfecto francés… tiene nacionalidad chilena. ¿Por qué? Porque sus padres son chilenos, y a él nada le preguntaron cuando ellos optaron por dejar su nacionalidad chilena renunciando a la francesa. Y hoy las autoridades dicen que no puede hacer cosa alguna por revertirlo.

Otra buena amiga chilena, sólo estuvo una vez en Italia, por vacaciones. Su ex marido, el padre de sus hijos, es italiano. Y tras haber finalizado el matrimonio, hoy ella pudo obtener la nacionalidad italiana, sin siquiera hablar la lengua.

¿De qué hipocresía nacionalista estamos hablando? ¿Qué hace menos francés a mi amigo y más italiana a mi amiga? Pues nada, y tal como en el segundo caso recién citado, la mayoría de las nacionalizaciones europeizantes sólo tienen objetivos prácticos, pues es sabido que la calidad de vida es mejor en Europa que en Latinoamérica.

El caso de Evaristti lo desconozco, pero me hace recordar tantos intelectuales que fueron seducidos en su tiempo por los Estados Unidos, en una elección “a ojos cerrados” que les permitió desarrollar mejor su actividad. Cito nada más al chileno “estadounidense” Claudio Arrau (uno de los mejores intérpretes en piano del siglo XX), o el húngaro “americano” Robert Capa (fundador de la mítica agencia de fotos MAGNUM). Sin embargo, un mexicano ilegal que ha pasado años sacándose la mierda trabajando por menos del mínimo, probablemente nunca le otorgarán la nacionalidad gringa. Ni un puñetero papel para quien evita que “los verdaderos americanos” se ensucien las manos. (Y americano vaya en cursiva, pues no sé con qué derecho los estadounidenses se han robado el nombre de un continente entero).

Papeles más, papeles menos… derechos más, derechos menos… este asunto de las fronteras concretas y recelosas en un mundo donde históricamente las sociedades se han formado gracias a las migraciones, no hace más que teñir de rojo la Historia, asunto que podría quedar bien representado con un Mont-Blanc pintado de carmín.

1 comentario:

Andrea dijo...

Se me viene a la memoria la instalación titulada “Un logo para América” del artista chileno que vive en EEUU, Alfredo Jaar. Un logo para América propuso una corrección clara y potente en el espacio público de Times Square, en Nueva York. Exigió, el uso correcto de la palabra y con ello el reconocimiento de diferentes identidades en el continente. Explicando su obra el año pasado aquí en Chile, Alfredo Jaar, decía -“me choca que en los Estados Unidos, la palabra América se use cotidianamente para referirse sólo a los Estados Unidos, con lo que de hecho borra del mapa el resto del continente americano. El lenguaje es el reflejo de una situación geopolítica, tiene que cambiar esta relación geopolítica de un país con el resto del continente para que el lenguaje cambie, el lenguaje no es más que el reflejo de una realidad…”-