jueves, octubre 26, 2006

Por los caminos del cielo

No sé por qué será. Recuerdo cuando vivía en el departamento de la Desi, que a veces por las tardes veía a lo lejos como pasaban los aviones, recién despegando o por aterrizar en el aeropuerto de Santiago.

Por supuesto, muchas veces he visto pasar grandes aviones por sobre mi cabeza. Pero nunca antes vi que dejaran marcado un camino en el cielo. Los aviones en Chile tienen un vuelo limpio. ¿Por qué? ¿Será acaso que en Francia le meten más chala al avión? ¿O será un combustible distinto? ¿O tal vez es una señal de alerta para otros aviones?

Cuando espero por largos minutos el bus en Miramas, para volver a Istres, los contemplo con calma, y a veces hay dos o tres muy cerca. Y crecen. Y desaparecen.

Quien sabe. No sé si tendré una pronta respuesta, por ahora sólo admiro estos caminos, los mismos por los que un día -hace un mes- vine… por los mismos que un día volveré a mi tierra.

miércoles, octubre 25, 2006

Señor… ¿Cómo se dice…?

Aunque algunos creen que vine a puro pasear -o a hueviar- (y así pareciera para quien ha leído hasta ahora), y si bien he aprovechado cuanto he podido, lo cierto es que el objetivo de este viaje es… trabajar! Por eso ahora hablaré de lo que no he escrito hasta ahora: las clases.

Luego de la bienvenida y seudo-capacitación en Marsella, vino una semana algo errática, donde esencialmente fui a presentarme a los cursos donde haría clases. En algunos fue decir simplemente “Hola, me llamo Rodrigo, vengo de Chile… de Santiago, que es la capital… soy fotógrafo, estudiante de cine documental… y estoy muy contento de ser vuestro asistente de español hasta fines de abril”, tras lo cual, con algunos grupos casi se sentían volar las moscas… pero otros llenaron la hora de clases con preguntas: ¿En Chile hay dictadura? ¿Es muy diferente a Francia? ¿Le ha gustado Francia? ¿Qué le han parecido las francesas? ¿Cómo son las chicas chilenas? ¿Cuál es el deporte nacional? ¿Hace mucho frío en Chile? ¿Cuánto dinero gana una persona en Chile? … ¿Cuántos años tiene? ¿Cuántos hijos tiene? ¿Tiene novia?......... en fin, el tipo de preguntas dependía de la personalidad del grupo, y también del establecimiento: el liceo de Istres corresponde a una clase social donde los niños son más aplicados y se suelen comportar en clases. En cambio, en el liceo de Miramas, son más desordenados y pelusones, y por ende en algunos grupos las preguntas fueron más puntudas.

El caso extremo fue en un curso de Miramas, donde uno de los cabros, no sé si haciéndose el gracioso, o si realmente era maricón, me empezó a adular “Es usted muy guapo”, “Que bellos ojos tiene”. Al principio quedé medio pa’ dentro y sólo le dije “Gracias”, pero después tuve que pararle los carros. “¿Podemos salir a cenar?”…ya era mucho ¡Que sea podría haber sido una de las alumnas la que me decía todo eso! Ya me daban ganas de decirle “Deja de weviarme maricón culiao!”. Pero la profesora intervino y le rayó bien la cancha. Me llamó la atención que los compañeros reían a veces con sus intervenciones, pero al parecer lo gay era natural para ellos. Bien si es por la tolerancia… mal si es por molestar.

El caso opuesto ocurrió en Istres: en uno de los cursos que debía hacer clases un día, había salido ese día a un museo o algo así. Pero había dos niñas que se habían quedado haciendo un trabajo, y la profesora me dejó hablando con ellas; el objetivo era simplemente tener una conversación, que practicaran la lengua española. Charlotte se llamaba una de ellas, y dominaba bastante del idioma. La otra no recuerdo su nombre… pero da igual. Pasaron rápidamente los minutos de una conversación muy relajada, y como era la primera vez que estaba a mediodía en el liceo, les pedí que me enseñaran el sistema del almuerzo en el casino escolar. Entonces la conversación continuó mientras comíamos… y ra… no supe más de ellas… hasta esta semana.

Resulta que François, el profesor coordinador de español, me estaba indicando que por un problema de horarios no podría hacerles clases a un grupo del día jueves, precisamente el de estas niñas. Estaba explicándome eso, cuando llegó la profesora de ese curso, y nos dice que SÍ tengo que hacer esa clase, porque las alumnas solicitaron que quieren practicar el español con el chileno. ¡Bien! Me puse contento, y vi un gesto de aprobación de parte de los profesores… era un buen comienzo.

Y así fueron pasando los días, y tras las presentaciones con serie de preguntas hacia mí, vinieron las clases donde yo ya tendría que estar solo con los cabros. Y a cada grupo les hice una dinámica que aprendí en la Escuela Verde del Canelo de Nos: cada uno debía pensar una palabra en español -un animal, vegetal, cosa o sentimiento- cuya primera letra coincidiera con la primera letra de su nombre. Yo comenzaba: “Hola, me llamo Rodrigo Ratón”. Luego otro me saludaba: “Hola Rodrigo Ratón, me llamo Floriane Flores”; y el segundo: “Hola Rodrigo Ratón, hola Floriane Flores… me llamo Jeremy Jugador”. Un ejercicio de memoria y pronunciación, que por todos fue bien recibido y objeto de risas, en especial cuando le tocaba el turno a los últimos.

Tras esto, los hacía hablar más de si mismos: sus gustos, aficiones, lugares favoritos, su familia… etc. “Señor, ¿Cómo se dice gentil?”. “Se dice… gentil”… bien, empezamos con preguntas sencillas de vocabulario. “Ratón, ¿Cómo se dice hôtesse de l’air? … entiendo bien la primera palabra, pero la segunda me suena a nada. “De los aviones”, me explica… “Aaah! Eso se dice azafata o aeromoza”. Uf… salí del paso con varias preguntas de vocabulario, pero a más de una tuve que decir “No sé, piensa en otra manera de decirlo”.

Y el último curso que tuve esta semana, justo antes de las vacaciones, los interrogué sobre las actividades que harían en este periodo. “Rodrigo, je vais faire dodo chez mon amour”. Yo suelto una carcajada, y le explico que en Chile faire dodo se dice “hacer tuto”. Otra niña interviene: “Profesor, van a hacer hijos”. Yo sonrío y miro al joven aludido, el pololo de esta chica. Él no quiere abrir la boca… por lo visto ahí manda calzón.

En resumen, la he pasado muy bien en las clases. He sido bien recibido por los cabros, y voy a tener que usar mi creatividad para que siga siendo así, sin que se suban por el chorro.

Y la foto del principio… no tiene nada que ver con el tema. En los liceos no se pueden tomar fotos. Es un tema complicado, y tal vez tema para otro artículo.
La foto es en Marsella, frente a los tribunales de justicia. Me la tomó la Marjorie, el día que me acompañó a comprar mi flamante trípode Manfrotto, el cual me servirá para mi documental… tema también para futuros reportes. Por ahora, me esperan Lyon, Chateaudun… y Paris.

jueves, octubre 19, 2006

De los acentos en la torre de Babel…

Y bien… han pasado las semanas y no se podría decir que hablo francés, ni que lo entiendo a cabalidad. Pero tengo el oído más afinado y me he dado cuenta de la presencia de acentos diversos. Es tan sencillo como que, si entiendo más del 50%, es porque la persona que me habla tiene el acento de París. Y si casi no entiendo, es porque tiene el acento “provenzal”, propio del sur de Francia.

El fin de semana pasado vino Laurent, un amigo de Diane, y muy amablemente me invitaron a acompañarlos en su velada. Yo, sin saber como se dice “estoy tocando el violín”, me quedé encantado degustando la receta inventada por Diane, un buen vino, una película entretenida (El Aro, vista ya 3 veces… pero la primera en francés)… y una buena conversa. Como es de imaginar, ante panorama tan piola me daba lo mismo tocar el violín… si sólo faltaban las velitas… jeje.

En la mesa, Laurent a veces me dirigía la palabra… pero no le entendía cosa alguna! Hablaba levemente más rápido y más acentuado… como he escuchado a varias personas de la zona. Diane se mataba de la risa y le decía que tenía que hablarme más modulado; él hacía el esfuerzo, pero pocas veces resultó. Sin embargo, quedé maravillado de mí mismo cuando ella me hablaba largas frases, contando algunos pasajes de su vida, y yo le entendí más del 90%. Me imagino que habla el francés de manera análoga al arquetipo de inglés muy bien pronunciado; recuerdo las películas de la Guerra de las Galaxias, y lo claro que habla Lord Vader o Sir Alec Guiness (Obi Wan). Dicho sea de paso… a la asistente de inglés se me ocurrió hablarle algunas cosas en su lengua madre. Ella me contestó como sacada de película gringa… y ante mi cara de duda volvió a hablarme en francés. Total… dos que apenas cachan una lengua es mejor que uno sepa mucho más que el otro.

Volviendo a la velada, ellos dos a veces hablaban cosas como si estuvieran “off the record”… total el chileno apenas sabe francés. Ahí Diane hablaba un poco más rápido, pero a veces igual le entendía. Fue así como en algún momento Laurent me preguntó si echo de menos Chile, y para evitar tanta explicación, y haciéndome el duro, simplemente le contesté que no. Entonces Diane, nuevamente “off the record”, le dice algo así como “por supuesto, como va a echar de menos, si lo he recibido bien y yo soy encantadora”. Sonríen con complicidad, y yo con mucha naturalidad intervengo dirigiéndome a Laurent: c’est vrai (es verdad). Y vinieron las carcajadas cuando se dieron cuenta que estaba entendiendo mucho más de lo que pensaban. Y Diane… sonrojada y sin parar de reír.

Al menos todo resultó muy simpático, y no me sentí como convidado de piedra. Al día siguiente, me invitaron a salir con ellos a una playa de Port St. Louis, en el estuario del Rhône, donde al fin pude tener ante mí el Mediterráneo.

Los dejé caminar solitos… y yo me fui a sacar fotos y grabar en video un deporte que es practicado por varios, y que aprovecha los fuertes vientos de la zona. Ni idea del nombre del deporte, pero dejémoslo en algo así como “parapente surf”. ¿De qué trata? Mejor verlo en fotos… pero éstas las publicaré en Distancia Focal.

Por ahora… les dejo la foto del inicio, y mi testimonio de presencia:

domingo, octubre 15, 2006

Fotografiar lo que amas y lo que odias

A algún profe de foto, probablemente Marinello (nunca me hizo clases, pero más de alguna vez le he escuchado ideas que me quedan grabadas), le oí decir que normalmente se fotografía tanto lo que amas (esencialmente, la belleza de las cosas), como lo que odias. Esto último se acerca a la foto-denuncia, y cobró especial atención en los 80 cuando los fotógrafos de la AFI se jugaban el pellejo para mostrar lo que la dictadura no quería dar a conocer.

Ayer sábado fui con algo de susto a presenciar una de las costumbres que detesto: una corrida de toros. Si bien podemos alimentarnos de animales, no concibo que los usemos como objeto de entretención gratuita, menos aún si se trata de estresarlo y violentarlo físicamente.

No hay mucho que contar. Istres cuenta con una arena para tales efectos. Las tradiciones taurinas se expandieron desde España al sur de Francia. El “espectáculo” comienza cuando el toro aparece en escena, eufórico y arremetiendo contra todo. Entonces, lo que hay que hacer antes que el torero se luzca es… cansar al toro. Así les resulta más fácil (así cualquiera!). Tomé más de 200 fotos… es innegable que el tema resulta atractivo visualmente… grandes de las foto, como Ernst Haas, han hecho grandes obras sobre el tema. Que decir de los grabados de Goya. ¿Vale la pena que haya ido a presenciar la inspiración de estos grandes? No lo sé. Sólo sé que había que verlo. Al menos esta tarde, con toreros jóvenes y entrada liberada. Los famosos, por la noche… a 25 euros la entrada… ¡Nica!

jueves, octubre 12, 2006

Marsella



Cuando llego a la intimidad de mi chambre, pienso si tomaré mis libros de francés o si haré otra cosa… y casi siempre termino escribiendo mis notas de vida. No creo que sea evasión, de hecho, ya estoy pensando espontáneamente algunas frases en francés. A veces pienso en cuando un niño aprende a hablar su lengua materna… ¿En qué momento comienza a elaborar frases en su mente por iniciativa propia? Supongo que mi contaminada cabeza ya no es capaz de asimilar de la misma manera, los procesos son más estructurados y complejos, cualquier intento de implementar un aprendizaje profundo será a un costo mucho mayor. Pero con ánimo… al menos me he dado a entender, he sobrevivido sin mayores sobresaltos.

Como sobreviví a mi viaje a Marsella, y explicar nuevamente en mi precaria lengua por qué estaba llegando atrasado a la revisión médica. La citación era a las 13:30 del martes 3 de octubre, y por los asuntos que ya he contado, llegué finalmente a las 14:15. Puse cara de culpa en la recepción, “es que perdí el tren”… je suis desolé…je suis desolé…y a la negra enfermera de blancas vestiduras, creo entenderle algo así como “está bien, veremos si pueden atenderle”. Ahí me encontré con Camilo, el otro chileno… “weón! La cagai! Llegaste atrasado casi una hora, y uno que está desde la 1 esperando!”, jajaja, que buena. Ahí estaba una fila de latinos esperando el turno para pasar con el médico y para la radiografía. Costarricenses, mexicanos, colombianos, brasileros… y una china. La primera asistente de lengua china en la región, en cada reunión oficial fue presentada de manera especial y teníamos que aplaudir todos.

Después del médico partimos a comer. Un sandwish estilo francés: gigante; y una cerveza. Todos tomando jugo… y los dos chilenos con cerveza, jajajaja… buena. Algunas de las fotos que se ven acá corresponde a dicho momento.

Luego a buscar el hotel. Nos fuimos con Camilo… dicho sea de paso, con mi compadre vamos a realizar un documental sobre su experiencia del retorno y el exilio. Él nació en Francia, pasó su primera infancia por estos lados, hasta que sus padres retornaron con él a Chile. Su primera vez en Francia después de 12 años. Por lo mismo, habla un francés callejero que apenas le entiendo, pero es positivo para que haga de traductor oficial y para las relaciones públicas.

Subida al Metro, fotos de los murales de la estación. Las estaciones son oscuras y los vagones no están tan bien cuidados como los chilenos. El sistema es extraño: cuando se paga un pasaje, éste te da el derecho de andar por una hora en metro o en bus, se puede salir o entrar a las estaciones cuantas veces se quiera o se alcance en esta hora.

Finalmente llegamos al hotel, que lo paga el rectorado de la academia de Aix-Marseille. Las piezas son compartidas, pero quedo en una diferente a Camilo. Llego a mi habitación y por el momento estoy solo. La vista desde el quinto piso a esa hora es increíble… y tomo algunas fotos.

Al rato, vamos con el socito a recorrer el puerto viejo, el lugar más turístico de Marsella. El atardecer y el crepúsculo nos acompañan, y vienen las consabidas fotos de recuerdo. Creo que es mi primera pose frente a una cámara desde que llegué a Francia. Frente a mi cámara al menos. Vuelta al hotel. Las calles de este barrio son cuicas. Es un sector turístico comercial, mucha tienda de ropa con marcas que llevan el nombre de alguien, mucho pub y restaurante. Y a propósito… algunos tenían invitación a cenar a uno de estos lugares. Yo no tenía, porque mi reservación de hotel fue de último momento… pero da lo mismo, estaba muy cansado y quería puro acostarme. Ya es de noche… y tengo que tomar algunas fotos de esa gran iglesia, la Notre Dame “de la no sé qué”. Y por supuesto… de la Luna.

FOTOS puerto viejo



Miércoles 4 de octubre de 2006

Estaba muy cansado, pero nuevamente me dormí y desperté al par de horas. Desde que llegué he tenido muchas dificultades con el sueño. Debo haberme dormido bien a las 3 am… y a las 4 alguien entró a la habitación. Un gringo llegando a esas horas. Y nuevamente mi sueño fue intermitente… hasta que tuve que levantarme a las 7:30. Desayuno buffet, y a partir a la “capacitación”, que la pongo entre comillas porque no fueron más que latas y sermones de las mismas cosas que leímos y escuchamos más de alguna vez en Chile, o de voz de los mismos profesores de español en el liceo de Istres.

Lo más memorable fue que estábamos reunidos los cuarenta y tantos asistentes de español de la misma academia de Aix-Marseille. Además de los países mencionados más arriba, había una gran cantidad de españoles (era de esperar), y algunos argentinos, bolivianos, una guatemalteca, un uruguayo y un ecuatoriano. Y también aparecieron las dos chilenas que están alojadas en Marsella: la Karina y la Marjorie.

Latas varias… y a abrir cuenta corriente en el Crédito Agrícola. Un convenio de toda la academia para que nos paguen el sueldo. Almuerzo en el casino de la Universidad de Provence… y a volver a las latas. Conozco al uruguayo que está en Arles. También es fotógrafo, y pretende concursar al ingreso regular de la Escuela Nacional de Fotografía. Yo no creo que siga sus pasos… no si se trata de estar 3 años estudiando… desde cero. De todas formas, habrá que analizarlo.

Como buen computín, se me ocurre hacer la convocatoria para que llenemos nuestros datos en una hoja, y compartirlos por correo electrónico. La idea es buena y todos se inscriben. Karina se encargará más tarde de enviar toda la info por correo electrónico. Chile en la vanguardia digital, jejeje.

De vuelta al hotel. Hay un problema con mi chambre… al gringo le llegaron visitas, y en el hotel pensaron que yo sólo me quedaba por una noche. Dejo claro que son dos noches. Y me cambian de habitación. El séptimo piso… y ahora sí que totalmente solo. Bien, mucho mejor así.

Ahora sí tengo invitación para un restaurante. Pero me quedo sacando más fotos desde la ventana. Y luego… tenía una tarjeta de 300 minutos para teléfonos fijos en Chile (ó 45 minutos a celular)… por menos de 8 euros, ¡No está mal! Así que a inaugurarla. Llamo a mi madre al celular. No contesta. Llamo a la Ur… y la encuentro desprevenida. “¿Cómo estás?” se repitió muchas veces… jeje, linda, se puso nerviosa. Al fin podíamos conversar un poco… y el apuro, la distancia y el tiempo provocan una ansiedad en que a ratos no se sabe qué decir. Bien… todo bien. Vuelvo a llamar a mi madre. Buzón de voz. Llamo a mi compadre Fernando. “Yapo, ¿Cuándo vamos al HBH?”…falta tiempo para eso. Desisto con mi madre, y salgo a pasear, a promener.

Recorro todo el puerto viejo. Ya pasan de las 10 de la noche, y decido volver al hotel. Las calles se ven algo desiertas, y me da un poco de julepe. Hay unos letreros luminosos… ¿Qué veo? …una mina con una mini hasta el ombligo… otra más allá… al lado otra… “Bon suá mesié!! Bon suá mesié!!”… jajajajaja, que buena, me había metido en una calle de putas. Menos mal que fue así, y no en una de maricones. Arranco de ahí… y a dormir al hotel.


Jueves 5 de Octubre de 2006

El día anterior hice una lista en Excel con los datos de todos los asistentes, y Karina me prestó unos CD sobre Chile para que los copiara en mi notebook. Así que las chilenas pasaron en la mañana por el hotel (ellas, por vivir en Marsella, no tenían derecho a este alojamiento). Y nos fuimos con ellas, Ángel de Ecuador, Alicia de Argentina y un español.

Era mañana de papeleos. Fuimos los últimos en entregar (para variar), y ya nos estaban retando. Luego vino la lata más latera de toda la jornada. En una especie de aula magna (casi llena, pues estaban los asistentes de todas las lenguas) de la Universidad, unas 10 personas nos recibían, cada uno hablando de 10 a 15 minutos. No alcanzaron a pasar todos. Llegó el rector de la academia. Cuáticas varias, entrega de premios, aplausos para la china… y Madame Lheman al fin toma la palabra para decir cosas útiles. No le entendí mucho… pero si tengo duda lo dejé todo grabado en video, jeje.




Terminada la lata… a almorzar, y a dar unos paseos por Marsella. Vamos con las chilenas y con el ecuatoriano. Karina es muy pintamonos y se nota en las fotos.












Más tarde otra lata… el presidente del parlamento local nos da la bienvenida. Estábamos sentados cual diputados en el gran salón… primero vimos un video turístico de la zona, y luego aparece el viejujo de la política. La entretención era ver como la mitad de los asistentes se quedaban dormidos. Y los aplausos para la china. Y luego al cóctel y ver la exposición de fotos de la Provenza. Comimos muchas cosas ricas, repostería jamás vista en Chile… pero… había calzones rotos! Ya los untaba en la champaña, jajajaja.

Ok, ok… hay que irse antes de las 5:30 para asegurarse el tren. Algunos se han comprado celular… se reparten números que no fueron recogidos en la base de datos… y pa’ la casa. Por segunda vez estoy en la boletería de la gare de St. Charles, Marsella. Esta vez no me contestaron en inglés… me contestaron en español, jajajaja… “algo recuerdo del colegio”, me dijo un cajero bien buena onda. Compro mi carte tout poublic para tener descuento en los pasajes… mi pasaje… a compostage… y de vuelta a Istres. Una hora después estoy en “mi pueblo”, y me encuentro con esta sorpresa… voilà!!

lunes, octubre 09, 2006

Recuerdos musicales

Todo lo que resulta familiar o conocido remonta a otro tiempo y lugar. Ahora es una forma de sentirme menos solo. Ayer paseaba por Aix en Provence, por un boulevard lleno de pubs y restaurantes. Esta ciudad es bien cuica, junta la arquitectura tradicional con carrete en muchos locales, y en el mencionado paseo, estaba lleno de mesitas al aire libre, muy al arquetipo francés. Por ahí caminaba, cuando de un local escuché una canción de Blondie. La primera canción conocida en mucho tiempo. Y me acordé de la Giovanna, y del Ismael, y de la Valeria, y del Diego… y de mi cumpleaños.

En este momento escucho Massive Attack, y nuevamente recuerdo a mi amiga Giovanna. Cuando escucho a Sabina o Smoke City, recuerdo a la Laura… y a veces a una desaparecida Adriana. Cuando escucho Mötley Crüe o AC DC, me acuerdo del Fernando y nuestras innumerables idas a recitales. Si suena algo de flamenco… la Cata y sus variadas danzas. Sui Generis… mi Úrsula… ¿Quizás por qué?

Je suis electronique…. J’ utilise laptop…… je suis electronique……. Y veo weás....veo weás…veo weás.....

Chilenadas tele-musicales…

No sé si esto sea tan “chileno”, pero sí creo que corresponde a una conducta muy típica de mi generación, y que incluso funciona bastante bien en los carretes: acordarse de las películas, series y dibujos animados que veíamos cuando niños en los 80, y de la música asociada a ellas. Por ahí circuló la publicidad de una AFP que rememora estas mismas cosas, advirtiendo que “si lo recuerdas, quiere decir que estás a medio camino de jubilar”…ups!! Y yo que estoy fuera del sistema, sacándome la cresta en Chile para ganar el dinero suficiente para sobrevivir, y el último tiempo, juntando para este viaje… pero jamás he cotizado en AFP. Tendré que hacerlo a la vuelta, supongo.

El asunto es que hace un rato estaba cenando con Diane, y ella me hablaba de un plato que preparó días antes, algo parecido a un tomaticán o similar, que según ella no es tan común en Francia, y que se llama algo así como “ratatuya”. Le expliqué que en español sonaba como a la posesión de un roedor parásito casero… “Aaah! La rat”, me dice ella. Ok… pero le explico de ratas y ratones. Ella me dice que no, que el ratón-no-sé-cuanto es un animal como el que llevaba en su hombro un personaje de dibujos animados, en la serie CANDY. Jajajaja, no podía creerlo, los franceses de mi edad vieron Candy cuando niños. “i love you Anthony”, le dije mientras ella se ponía a cantar la canción de la misma… en francés. Yo hice lo mismo en español, jajajaja, y me fui a buscar el notebook cargado con música para ver si la reconocía. “Es la misma cosa, pero en otro idioma”, la misma música. Luego vino la música de Jet Marte…no, no la reconocía. Bugs Bunny, Spiderman, Los Pitufos!, George de la selva, el pájaro loco… todos esos sí los reconoció. Y vinieron las series… Los Magníficos, el avispón verde, lobo del aire, Magnum, los locos Addams, MacGyver, Bonanza… todo reconocido. Y la música de películas… en fin, la pasamos bien un buen rato con el lenguaje universal de la música. Creo que yo lo gocé más, por cierto. Hay cosas que nos unen con los franchutes… la cultura mediática ayuda a globalizar ciertas experiencias.

Y por cierto, el mapache en el hombro creo que no es de Candy, sino que de otra serie de niñitas: Angel, la niña de las flores ¿O no?

Haciendo chilenadas en tren…

Uf… han pasado muchos días, y es necesario seleccionar que voy a escribir. Algún profesor de cine diría que en la edición está la poesía, y por cierto, esto es totalmente cierto en la Literatura (de hecho, de ella emana a las demás ramas del arte), y también lo es en la Fotografía.

Y bien, vamos al grano. El martes pasado tuve que viajar a Marsella, para la bienvenida y “capacitación”, y en especial ese día, para la revisión médica. Fui en la mañana al liceo, tipo 10:00. Tenía que tomar el tren a las 11:50 para llegar a la hora a la revisión, así que tenía alrededor de una hora para hacer todo lo que debía en el liceo: chequear que los papeles que estaba llenando estuvieran en regla, y solicitar que llamen a Marsella para confirmar la reserva del hotel. Y ahí fue que me equivoqué, pues al parecer Francia es un país de papeles… la secretaria se llama Jeanne, es una veterana de muy buena voluntad y simpática, pero que como buena veterana me explicó una y otra vez la misma lesera, más pensando que “este chilenito que apenas entiende”. Yo le entendía todo… pero llamó a la traductora oficial, la señora Antonia González, la enfermera del liceo. Y vaya que fue de ayuda, por sobretodo para apurar el trámite. Había olvidado comprar un sobre con una estampilla, y la señora González consiguió gestionarme (“chorearse”) uno del liceo. Buena ayuda, así da gusto.

En fin, pude deshacerme de los papeleos a las 11:40… ¿10 minutos para llegar a la estación?... mierda, tal vez me demoro eso corriendo, pero tenía que volver a casa para sacar mi ropa de la lavadora y tenderla, porque iba a estar 3 días afuera y a la vuelta encontraría una podredumbre de ropa y una molesta dueña de casa. O si ella me la hubiera tendido… creo que habría sido peor. Como sea, ya estaba resignado a llegar atrasado a la revisión médica.

Estúpidamente fui a darme unas vueltas al seudo-terminal de buses. Aquí las cosas no funcionan así. Los buses apenas van a las 3 ciudades más cercanas. Así que a correr para tomar el tren de las 12:50. Ahí estaba yo, en la fila de la ventanilla para comprar mi boleto… a las 12:40… y un viejo delante estaba muy tranquilo, al parecer comprando un tour por Francia. Por fin a las 12:48 se fue y yo estaba comprando mi boleto a Marsella… como buen chileno, a última hora. Y estaba pagando cuando llegó el tren. ¿Ida y vuelta? Ok, ida y vuelta.

Me entrega mi boleto, corro a tomar el tren. Pero… antes de subir al tren, Diane me advirtió que debo “compostarlo” (esta costumbre latina de españolizar las palabras), es decir, pasarlo por una máquina amarilla que indica que uno ha usado ya ese boleto. ¡Pero no hay tiempo! El tren se va. No lo “composto”, y subo corriendo. Me siento y miro los pasajes. Ida y vuelta. Ok, la ida es ahora… y la vuelta… la vuelta… por la mierda me cagaron!! La vuelta es para el mismo día, sin posibilidad de cambio ni de reembolso. Perdí 9 euros con 20 centavos por las puras. Me da rabia… pero ya vendrá mi venganza.

Al rato el inspector pasa, y nuevamente no me dice cosa alguna por el boleto sin “compostar” (la primera vez fue cuando recién llegué a Francia). Una vez en Marsella, las compañeras chilenas y una argentina me advierten que al no hacerlo, corro el riesgo que me hagan pagar una multa arriba del tren. Así que en adelante… todo billet a compostage. Ok, les hice caso, y días después, cuando volví a Istres, adquirí una tarjeta de descuentos, por lo cual pagué 25% menos por mi pasaje, el cual pasé por la maquinita posteriormente.

Todo bien, hasta que ayer sábado iba a ir por la tarde a Aix en Provence, otra ciudad del sector, donde había un festival de arte digital con varias exposiciones simultáneas, y una gran “soireé” (velada), en la escuela superior de arte.

Almorcé tranquilamente, y se me ocurre ver el horario de trenes. El próximo a Marsella (ahí debía viajar primero para hacer transbordo) sale a las 13:30, y ya eran las 13:15, no alcanzo a llegar. El siguiente sale a las 15:50 ! Si pierdo ese, definitivamente me quedaré sin ir a Aix. En fin… hago mis cosas, salgo de casa a las 15:30… sospechosamente justo con la hora… bien chileno, a último momento. Llego a la estación a las 15:45. Un adolescente me pide mi teléfono celular (¡!) para hacer una llamada de dos minutos. Hueón patudo, menos mal que no tengo. Estoy en la fila… que fila… si sólo tengo a una persona delante de mí en la caja. Y por la cresta que son relajados para esto los franceses. En Santiago, cuando tomas el metrotrén, te atienden en 10 segundos. Pero no… cuando estamos a minutos de que llegue el tren a Marsella, el viejo de adelante está negociando su ruta en el EuroTrén. Pasaron unos 5 largos minutos, en que ya estaba que le echaba unas chuchadas en chileno a este Monseiur… cuando en eso llega el bendito medio de transporte. Y el viejo no pensaba terminar su negocio… ¿Qué hago? …a la cresta, sin comprar el pasaje, me subí corriendo al tren.

Una vez adentro, me senté en el primer asiento del vagón, junto a la locomotora, saqué mi diccionario y comencé a elaborar lo que le diría al inspector. “Discúlpeme señor, pero estuve a punto de perder el tren, así que no compré el pasaje, ¿Cuántos euros son?”… por ahí aparece un rucio alto con pinta de alemán. Está pidiendo los pasajes, y se acerca… está a sólo 3 asientos de mí. El tren para, el rucio se baja y chequea que todos los pasajeros suban. Se cambia de vagón. Va a pasar más tarde, así que sigo repasando mi urgido discurso. ¿Y si mejor le digo que se me perdió el pasaje? Al menos puedo comprobar que tomé el tren en Istres porque en mi tarjeta de descuentos aparece mi dirección. Sigo repasando mis posibles disculpas… y el tren avanza y avanza más estaciones. Yo cruzo los dedos para que el rucio no vuelva a pasar, me encomiendo a San Goloteo y a Santa Ema. En la estación de Martigues sube mucha gente que se sienta cerca de mí. Estoy frito, tienen que chequear los pasajes de toda esta gente en cualquier momento. Pero el tren avanza, y anuncian por parlantes la llegada a St. Charles!!! La estación de Marsella!! Jajajaja, me reía solo. Viajé gratis, fue mi venganza por el pasaje de más que había comprado en la semana. Quien lo diría, haciendo de chileno pillo en los trenes franceses. Otra chilenada para el anecdotario.

lunes, octubre 02, 2006

Estamos de cabeza

Fue en algún libro de Astronomía, cuando era niño. Tal vez el libro de José Maza que me regalaron los tíos Monos cuando cumplí 13 ó 14 años… o la Enciclopedia Cosmos Salvat que es incluso más vieja. O quizás en un simple Icarito. En alguno de estos libros aprendí sobre las constelaciones, y como los que estamos en el hemisferio sur vemos la bóveda celeste invertida respecto a los del norte; por ejemplo, Orión se ve en Chile “patas pa’rriba”, porque fueron los antiguos griegos quienes le dieron nombre y crearon la principal mitología estelar.

También me enteré que cuando la Luna la vemos crecer desde el lado izquierdo, en el hemisferio sur; al mismo tiempo se le ve crecer por el derecho en el hemisferio norte. Y pude comprobarlo. Las estrellas… aún no puedo verlas.


Y a propósito de ver las estrellas y manjares de los dioses, estoy orgulloso porque el domingo hice una tortilla de atún, no se me desarmó y me la hice chupete. A Diane también le gustó. Mi primera tortilla... jojo.