lunes, octubre 09, 2006

Haciendo chilenadas en tren…

Uf… han pasado muchos días, y es necesario seleccionar que voy a escribir. Algún profesor de cine diría que en la edición está la poesía, y por cierto, esto es totalmente cierto en la Literatura (de hecho, de ella emana a las demás ramas del arte), y también lo es en la Fotografía.

Y bien, vamos al grano. El martes pasado tuve que viajar a Marsella, para la bienvenida y “capacitación”, y en especial ese día, para la revisión médica. Fui en la mañana al liceo, tipo 10:00. Tenía que tomar el tren a las 11:50 para llegar a la hora a la revisión, así que tenía alrededor de una hora para hacer todo lo que debía en el liceo: chequear que los papeles que estaba llenando estuvieran en regla, y solicitar que llamen a Marsella para confirmar la reserva del hotel. Y ahí fue que me equivoqué, pues al parecer Francia es un país de papeles… la secretaria se llama Jeanne, es una veterana de muy buena voluntad y simpática, pero que como buena veterana me explicó una y otra vez la misma lesera, más pensando que “este chilenito que apenas entiende”. Yo le entendía todo… pero llamó a la traductora oficial, la señora Antonia González, la enfermera del liceo. Y vaya que fue de ayuda, por sobretodo para apurar el trámite. Había olvidado comprar un sobre con una estampilla, y la señora González consiguió gestionarme (“chorearse”) uno del liceo. Buena ayuda, así da gusto.

En fin, pude deshacerme de los papeleos a las 11:40… ¿10 minutos para llegar a la estación?... mierda, tal vez me demoro eso corriendo, pero tenía que volver a casa para sacar mi ropa de la lavadora y tenderla, porque iba a estar 3 días afuera y a la vuelta encontraría una podredumbre de ropa y una molesta dueña de casa. O si ella me la hubiera tendido… creo que habría sido peor. Como sea, ya estaba resignado a llegar atrasado a la revisión médica.

Estúpidamente fui a darme unas vueltas al seudo-terminal de buses. Aquí las cosas no funcionan así. Los buses apenas van a las 3 ciudades más cercanas. Así que a correr para tomar el tren de las 12:50. Ahí estaba yo, en la fila de la ventanilla para comprar mi boleto… a las 12:40… y un viejo delante estaba muy tranquilo, al parecer comprando un tour por Francia. Por fin a las 12:48 se fue y yo estaba comprando mi boleto a Marsella… como buen chileno, a última hora. Y estaba pagando cuando llegó el tren. ¿Ida y vuelta? Ok, ida y vuelta.

Me entrega mi boleto, corro a tomar el tren. Pero… antes de subir al tren, Diane me advirtió que debo “compostarlo” (esta costumbre latina de españolizar las palabras), es decir, pasarlo por una máquina amarilla que indica que uno ha usado ya ese boleto. ¡Pero no hay tiempo! El tren se va. No lo “composto”, y subo corriendo. Me siento y miro los pasajes. Ida y vuelta. Ok, la ida es ahora… y la vuelta… la vuelta… por la mierda me cagaron!! La vuelta es para el mismo día, sin posibilidad de cambio ni de reembolso. Perdí 9 euros con 20 centavos por las puras. Me da rabia… pero ya vendrá mi venganza.

Al rato el inspector pasa, y nuevamente no me dice cosa alguna por el boleto sin “compostar” (la primera vez fue cuando recién llegué a Francia). Una vez en Marsella, las compañeras chilenas y una argentina me advierten que al no hacerlo, corro el riesgo que me hagan pagar una multa arriba del tren. Así que en adelante… todo billet a compostage. Ok, les hice caso, y días después, cuando volví a Istres, adquirí una tarjeta de descuentos, por lo cual pagué 25% menos por mi pasaje, el cual pasé por la maquinita posteriormente.

Todo bien, hasta que ayer sábado iba a ir por la tarde a Aix en Provence, otra ciudad del sector, donde había un festival de arte digital con varias exposiciones simultáneas, y una gran “soireé” (velada), en la escuela superior de arte.

Almorcé tranquilamente, y se me ocurre ver el horario de trenes. El próximo a Marsella (ahí debía viajar primero para hacer transbordo) sale a las 13:30, y ya eran las 13:15, no alcanzo a llegar. El siguiente sale a las 15:50 ! Si pierdo ese, definitivamente me quedaré sin ir a Aix. En fin… hago mis cosas, salgo de casa a las 15:30… sospechosamente justo con la hora… bien chileno, a último momento. Llego a la estación a las 15:45. Un adolescente me pide mi teléfono celular (¡!) para hacer una llamada de dos minutos. Hueón patudo, menos mal que no tengo. Estoy en la fila… que fila… si sólo tengo a una persona delante de mí en la caja. Y por la cresta que son relajados para esto los franceses. En Santiago, cuando tomas el metrotrén, te atienden en 10 segundos. Pero no… cuando estamos a minutos de que llegue el tren a Marsella, el viejo de adelante está negociando su ruta en el EuroTrén. Pasaron unos 5 largos minutos, en que ya estaba que le echaba unas chuchadas en chileno a este Monseiur… cuando en eso llega el bendito medio de transporte. Y el viejo no pensaba terminar su negocio… ¿Qué hago? …a la cresta, sin comprar el pasaje, me subí corriendo al tren.

Una vez adentro, me senté en el primer asiento del vagón, junto a la locomotora, saqué mi diccionario y comencé a elaborar lo que le diría al inspector. “Discúlpeme señor, pero estuve a punto de perder el tren, así que no compré el pasaje, ¿Cuántos euros son?”… por ahí aparece un rucio alto con pinta de alemán. Está pidiendo los pasajes, y se acerca… está a sólo 3 asientos de mí. El tren para, el rucio se baja y chequea que todos los pasajeros suban. Se cambia de vagón. Va a pasar más tarde, así que sigo repasando mi urgido discurso. ¿Y si mejor le digo que se me perdió el pasaje? Al menos puedo comprobar que tomé el tren en Istres porque en mi tarjeta de descuentos aparece mi dirección. Sigo repasando mis posibles disculpas… y el tren avanza y avanza más estaciones. Yo cruzo los dedos para que el rucio no vuelva a pasar, me encomiendo a San Goloteo y a Santa Ema. En la estación de Martigues sube mucha gente que se sienta cerca de mí. Estoy frito, tienen que chequear los pasajes de toda esta gente en cualquier momento. Pero el tren avanza, y anuncian por parlantes la llegada a St. Charles!!! La estación de Marsella!! Jajajaja, me reía solo. Viajé gratis, fue mi venganza por el pasaje de más que había comprado en la semana. Quien lo diría, haciendo de chileno pillo en los trenes franceses. Otra chilenada para el anecdotario.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja wena lillo..y tanto que se quebran los franchutes con su TGV no saben na.....y ls fotos?

Rodrigo González Lillo dijo...

Cuando pueda subiré un artículo sobre el viaje a Marsella. Ese va con muchas fotos...