miércoles, mayo 30, 2007

Cuando muere un astrónomo... ¿Nace una estrella?


Era mi última semana en Francia, había llamado el domingo anterior para saludar a mi madre en el día de las mamás, y pensaba que sería mi última comunicación hasta que llegase a Chile.
Pero... como decía Murphy, cuando esperas que todo salga bien, justo eso en lo que nunca pensabas, falla. Y la única falla que no tiene solución en nuestra vida, es la muerte: mi tío Carlos, aquel con el que pasé todos mis fines de semana de infancia junto a mi madre, mi abuela, mi tía y mis primos Torres, repentinamente cayó en coma el miércoles 16. Inevitable llamada al terruño y constante preocupación previa al viaje.

Durante mis 3 últimos días en Europa estuve con el alma en un hilo. Y cuando subí al primer y al segundo avión, me embargaban sensaciones estomacales de ansiedades y nostalgias, de asuntos inconclusos y deseos de llegar de una vez por todas. Recuerdos de buenos y malos ratos, de curiosas miradas al cielo buscando Orión, las Pléyades, el Tauro o la supernova que se hizo visible en una nube de Magallanes a fines de los 80. Viajes en citroneta subiendo el Cerro Calán o por la Panamericana rumbo a las lomas del águila. Guatazos en la piscina, conversaciones fotográficas, chistes muy fomes, historias muy escuchadas de viajes a lomo de mula buscando lugar para lo que hoy es el Observatorio del Tololo. Un paseo los dos solos a Fantasilandia. Tardes de "maestrear" y aprender de herramientas. El privilegio de una noche de 1986 al ser los primeros de una larga fila en ver el cometa Halley. Navidades. Explicaciones científicas algo enigmáticas, muy elevadas para un niño. Cumpleaños. Abrazos. Retos. Malas caras. Sonrisas. Un dibujo que decía "te quiero mucho tío mono" pegado en una puerta por años... años que transcurren con paulatinos cambios y me hacen ver como de las estrellas pasamos a la tierra, de la ciencia a los nietos, de las conversaciones políticas a quejas por la salud, del conocimiento de las placas fotográficas a la búsqueda de terapias alternativas.

Cuando llegué a Santiago, a las 7:40 del domingo 20, además de recibirme una neblina que apenas dejaba ver la punta del ala del avión (en contraste a las cálidas playas que veía desde el tren un día antes), me esperaban mi madre y mi primo Carlos. Alegría de verlos, vuelta a un Santiago desierto domingo por la mañana, paisaje desolado que pronto nos llevaría a la Clínica Dávila. Dicen... que mi tío aún podía escuchar dentro de su estado. Difícil saberlo. Mis últimas palabras, mi despedida. Una lágrima y un abrazo con mi tía. Días de incertidumbre y estómagos apretados.

Don Carlos Torres Riaño, importante astrónomo chileno de la misma generación de otros grandes como Hugo Moreno o Claudio Anguita, dejó este mundo el viernes 25 de mayo de 2007.

Prócer chileno de cometas y pequeños planetas, aún puede encontrarse en internet uno de sus artículos de divulgación publicado en abril de 1982 en Revista Creces.

Para mí, hoy brilla una estrella más en el firmamento, y sin ánimo de buscar explicaciones esotéricas del por qué ocurren las cosas, me alegro de haber vuelto a tiempo para estar con mi familia en estos momentos. Y quien sabe... tal vez mi tío pudo escucharme... tal vez las estrellas no están tan lejos como creemos.

jueves, mayo 24, 2007

Pequeños grandes trenes... y una noche por la ciudad


Bien por la tecnología francesa en sus trenes ultrarrápidos, que sigue expandiendo sus redes de una manera impresionante. De hecho, se trata de ALSTOM, la misma empresa que fabrica los vagones del Metro de Santiago.

El TGV corre sobre grandes líneas para soportar sus grandes velocidades. Por ejemplo, el recorrido entre Paris y Marsella, que en un tren “normal” se desarrolla en algo más de 10 horas, el TGV lo hace fácilmente en 3 horas. Pero está la contraparte: para llegar a “Beverly-Histres”, el ramal demora una hora en andar poco más de 50 kilómetros… y si es que el tren pasa, porque cuando no son las huelgas, son los arreglos técnicos (¿? Yo siempre vi todo igual). Así fue como en varias oportunidades aumenté mi colección de canas al ver frustradas mis intenciones de salir de este pueblo-isla… porque les recuerdo que si no tienes auto en Francia, eres más tercermundista que en Chile.

A pesar de todo, a veces tales fallas ferroviarias se agradecían, pues en un par de ocasiones me hicieron imposible llegar a mis clases más odiosas de Miramas. Nada que hacer ahí, pero al menos fueron tardes de “alivio”.




Además, el horario del último tren entre Marsella e Istres es casi tan temprano como la hora en que se acuestan los franceses: 20:40 hrs. (obviamente, hay una exageración burlona). Y como los vuelos desde Madrid llegan a las 21:00 hrs… es que este escrito está siendo plasmado en mi libreta, a las 3 AM sentado “solo y abandonado” en una banca con vista al Puerto Viejo de Marsella (Como se ve en las fotografías precedentes). No quise gastar en hotel, y aún me quedan 3 horas para tomar el primer tren… si es que no hay “arreglos”.

Aprovecho de desmentir el mito sobre lo peligroso de Marsella. Al menos aquí en pleno centro turístico, parece más tranquilo que barrio de jubilados. Supongo que depende del sector y del momento del día. Aun así, esta gracia nocturna no recomiendo que la haga ningún turista en Santiago de Chile. Pero también… depende del barrio y de las circunstancias. En el centro de Santiago, sería para estar con el culo a dos manos.

Bien… finalmente monto el tren, y tanta espera siempre entrega como regalo un precioso recorrido junto al mar y las playas locales. Es la belleza de este ramal, eso que no entregará nunca el tren más rápido del mundo.






martes, mayo 15, 2007

574,8 km/h

El 3 de abril pasado, el TGV francés (TGV = Tren de Gran Velocidad) batió un nuevo récord mundial de velocidad sobre rieles: 574,8 km/h.
Es todo un orgullo local, y motivo de introducción para mi siguiente artículo.

Aquí puedes ver la página web del récord, y un vídeo de muestra:


sábado, mayo 12, 2007

Feliz día a todas las madres del mundo

(en especial a la mía)

viernes, mayo 11, 2007

Lost, les disparus


He tomado 3 vuelos económicos. Serán 4 con el que abordaré en unos instantes, y 5 cuando esté de vuelta en Marsella.

Es la segunda vez que sufrimos un retraso importante. La vez anterior fue antes de Navidad en el vuelo a Londres, y en ambas ocasiones pudimos ver como -¡Al fin!- el avión aparecía en la pista, y se acercaba lentamente a la puerta para… ver como desembarcaban pasajeros de otro vuelo, lo que sumaría casi una hora más de espera entre la bajada de estas personas y sus equipajes, algún rápido aseo, y la posterior carga de nuestras maletas.

Para el viaje navideño, la llegada a London Gatwick estaba prevista para las 16:00, y creo que pasadas las 18:30 estaba recién pisando suelo londinense. Fuera de “la lata” propia de la espera para todos quienes viajábamos, y de quienes nos fueron a esperar (gracias Diego), no pasaría de lo anecdótico. Pero esta vez, la llegada a Madrid estaba programada para las 21:00 hrs… o sea, ¿Llegaría a la 1:00 AM? ¿Tendría Metro a esa hora? ¿Tendría que dormir en el aeropuerto? Y más encima me esperarían despiertos mis anfitriones chilenos buena tela…¡Mierda de atrasos!

Pero aprovecho la larga espera en la fila, y observo. Veo a cada persona, trato de escuchar y entender algo de las distintas lenguas, e imagino una pequeña historia para cada uno. Una pareja de amantes que arranca unos días a algún paraíso perdido en España. Un joven padre que se muestra cariñoso y educativo con su niño de pocos años. Un serio y estresado ejecutivo que no suelta su PDA. Un equipo infantil completo, de quizás que deporte, entusiastas y muy uniformados. Un español no tan joven que intenta ligar con una joven francesa… y yo mismo escribiendo estas notas, con cámara al cuello y gorra amarilla del Tour de France.

Me pregunto… ¿Qué sucedería si en un momento dado la espera es tan prolongada que la comunicación comienza a fluir entre todos? ¿Cuál sería la historia real detrás de cada rostro? ¿Cómo sería la historia común entre tan heterogéneos personajes? ¿Y si el avión cae en una isla desconocida? ¿Cuántos mueren? ¿Quiénes sobreviven para protagonizar la temporada 2007 de Lost? ¿Alguien encontraría mis notas ultrapersonales? Espero que no… o tal vez sí, quizás algún visionario piense que son buenas para convertirlas en película, o al menos… para hacer un blog.

martes, mayo 01, 2007

González y las asistentes... ¿Qué pachó?

Caminando en tu ciudad, tu pueblo, tu lugar de trabajo... es lógico y normal encontrarte con quienes compartes dichos espacios. Pero hay veces en que las lógicas cartesianas no tienen cabida, y te encuentras en los lugares más inverosímiles con quienes no esperabas ver en semejantes condiciones.

Hace pocos días, en París me topé con Kali, la asistente de inglés del liceo Rimbaud de Istres. Ninguno de los dos sabía de la estadía del otro... es como si trabajáramos en Cachiyuyo, y que un buen día, sin conocimiento mutuo viajáramos a Santiago y nos encontrásemos caminando en Irarrázaval con Pedro de Valdivia. Sin razón alguna, sin motivo que nos hiciera decantar a este fugaz encuentro de 5 minutos.




Y hace casi dos meses estuve de visita en Toulouse, con motivo del festival de cine latinoamericano. A la vuelta, en la estación de trenes ocurre otra coincidencia: espero mi tren tomando algunas fotos... y al lado mío aparece Antonella, la asistente de italiano del liceo Rimbaud de Istres. ¡Buena suerte para tener compañía en este largo trayecto!



¿Existe el azar realmente?