miércoles, noviembre 22, 2006

Châteaudun


Escribir sobre Chateaudun no es fácil. Ya no es una simple colección de eventos y encuentros con monumentos turísticos, pasamos de la superficie a nadar un poco más abajo. Es una historia, pero no es mi historia; yo soy un simple espectador, un invitado ajeno a este mundo que tiene otro ritmo… ya no es el desenfreno de Lyon ni la enormidad de Paris. Estamos en una dimensión cuasi rural, pero que no es rural. Ni chicha ni limoná, y tampoco es Macondo. Es una ciudad tranquila, de esas que se acuestan con las gallinas y despiertan con el canto del gallo… cantos inaudibles que tienen la tradición de cientos de años, siendo su testigo el castillo que domina el poblado.

Ya lo decía, la historia no es mía. Es la historia de Camilo, y ahí estaré yo, cámara de video en mano, para grabar en mármol su vuelta a la semilla. Quiero aclarar que no es mi intención narrar ahora todas las vivencias que experimentó. Guardé 20 horas de cinta, la mayoría en esta ciudad, y con eso voy a trabajar. Es otro lenguaje, no es literatura: es cine. Tanto trabajo audiovisual me hizo ceder la cámara de fotos a Camilo, con lo cual buena parte de las imágenes de este artículo son de su autoría, aunque lleven mi sello de agua. Por lo mismo, algunas de las situaciones que cuento sólo están registradas en video y no en foto.

Y así fue, que un domingo por la mañana Toño nos llevó en su auto desde Paris. Fue como viajar de Santiago a Valparaíso, en alrededor de hora y media. Chateaudun está al suroeste de Paris, teniendo cerca las ciudades de Chartres y Orléans.

Ya entrando al área “de aglomeración” de la ciudad, Camilo va reconociendo lugares: el supermercado, espacios de recreación, las viejas rutas. Llegamos al Castillo, donde hay una plaza con la cual soñó más de una vez que estaba sentado, como cuando niño. Bajamos, caminamos. Camilo se sienta, y se ve notoriamente emocionado. Lo dejo tranquilo por un rato.


Más allá está la última casa que habitó. Días más tarde iremos a visitarla, y un gentil y actual dueño de casa, nos permite entrar y que grabe en video: recién ha pasado Halloween, y la decoración interior con símbolos de la muerte me sugiere los frecuentes cambios de la vida; después de todo, 12 años no es tanto tiempo.

Volvemos al auto, y Toño nos lleva donde otro tío, con el cual alojaremos por unos cinco días. Nos recibe Caco, quien vive con su esposa francesa, Anne Marie, y su hijo menor, Guillaume.

Caco es el único que habla español… pero dice que no tengo pinta de chileno, así que el primer día no me habla mucho en mi lengua, jeje. En fin, ya al segundo día ha recordado más su idioma materno, y es con quien puedo conversar además del Camilo cuando no están hablando en francés. La familia Ibacache es originaria de Salamanca, en la cuarta región, y Caco con una evidente nostalgia me va dando una paulatina confianza, y me habla de las maravillas de esta zona del norte chico… de la música que hacía… de su arte, de su familia. Compartimos varios vasos de vino, de cerveza y de kir. Me dieron a conocer buena parte de la mesa francesa tradicional, y por supuesto, conocí algunos de los quesos que acostumbran comer de postre.

Con la venida de Camilo, Caco ha tomado una semana de vacaciones, con lo cual va a estar siempre presente en casa. Él y Anne Marie me acogieron por estos días como si fuera un sobrino más, lo cual me hizo sentir bien a gusto. Y en verdad, también me puso contento notar las emociones del compadre Camilo… era fuerte todo lo que pasaba en él.

Así pasaron los días, y los encuentros se fueron sumando. Amigos de infancia, como vemos en la foto: junto a la escuela a la que asistieron cuando niños.

Pensaba que con mi compadre Javier Aguirre deberíamos hacer algo parecido, pero el colegio donde fuimos cuando niños ya no existe. Tiene otro nombre, y la vieja casona con piezas-salas fue demolida para dar paso a un moderno edificio con aspecto de congreso nacional. Creo que ya ni siquiera está la piscina que usábamos durante los veranos. Eso llama la atención de la cultura francesa: valoran mucho su patrimonio, y en especial el arquitectónico. La “demolitis chilensis” que le da paso a los grandes edificios parece ser un signo de pérdida de identidades, cosa que se ha debatido hasta el cansancio, pero también parece muy chileno lo paralelos que son los caminos del intelecto y de la praxis. Total… lo que importa es el dinero de corto plazo, y nada más.

Volvamos a Chateaudun: pienso que la característica más notoria de la familia de Camilo, es que buena parte de ellos están vinculados a distintos tipos de arte, lo que se pone en evidencia a través de la música. Los hermanos Ibacache, junto al papá de Camilo y un francés, formaron en los 70 la agrupación Kullawas, quienes con importantes modificaciones en sus integrantes, se ha mantenido hasta el día de hoy. Tocan música de corte andino-altiplánico, estilo Illapu o Inti Illimani. En casa de Caco veo un video de hace unos 20 años… una suerte de video clip de la época, con recitales y presentaciones para la televisión francesa; se trata de un documento valioso para la familia.

Camilo, en Chile toca el bajo con su grupo. Y este gusto por la música lo vemos compartir con dos tíos chilenos más, que junto a un español y un portugués forman otra banda que ensaya en la bodega de uno de ellos:


Y en la misma bodega ensaya la banda de rock de un primo:


Quedo admirado de ver y escuchar a tanta familia alrededor de la música, y una extraña envidia surge en mí… siempre quise que algún tío o primo me enseñara algo artístico, tal vez a tocar un instrumento… tal vez a pintar… o a tomar fotos. Pero mi familia es de lo menos artístico que hay, con suerte vi unas pocas veces a mi madre y a mi prima Xime tocando una guitarra. O el Perucho tocando el órgano… contadas veces! Mi abuela Ema tocaba el piano, el problema era que no tenía piano, y cuando se me ocurrió regalarle un teclado, ya los dedos no le respondían. Pareciera que todos hubieran jubilado cualquier pretensión artística cuando vine a este mundo o pocos años después. En fin, “es lo que hay”, y tal como son los quiero mucho a todos, y se les extraña de corazón.

Como decía al principio, no quiero hacer de este artículo una colección de anécdotas, así que dejo las palabras hasta aquí, y comparto algunas fotos con una breve explicación si corresponde:



Frente al edificio donde vivió la primera infancia. Al lado, su prima Marion

Campeón regional infantil de tenis de mesa


¡Se me achicó la silla! ¿O me creció el culo?

Making off...


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Rodrigo, tu relato me emociona y me acerca a Camilo, tb a los mìos allà. Gracias por eso, te bautiso el mejor corresponsal de la familia Muñoz-Ibacache. Roxana (hermana de Camilo)

Hitomi dijo...

Mi Querido, me gusta mucho ver todo lo que estas haciendo bravo!! tendrás que postular el documental para algun concurso público...para que despues el estado te pague los viajes..onda patiperros...pero llevando a chilenos a tierras donde crecieron (fuera del pais claro está)...bueno...besos a la distancia....acá con aguirre e ismael nos tomaremos una cerveza en su nombre...SALUD!!!

Anónimo dijo...

Quiero agradecer las fotos y comentarios que hiciste de nuestra familia. Es un documento valioso él que estás haciendo, un documento que, más que seguro, nos llevará a la nostalgia y la emoción. Gracias, Gracias, Gracias. Esperamos conocerte acá. Tita (hermana de Camilo)

Anónimo dijo...

de verdad estas tomando conciencia de lo que haces?, hey es un valioso aporte a la historia personal (la petite histoire, como nate te dije). es desde esa pequeña historia desde donde las sociedades han ido revolucionando su ser, el contar el cuento, cuanto nos falta por aca contarnos el cuento, el de nuestras vidas, de nuestros errores, éxitos, el recordar lo que somos gracias a lo vivido. ey! tomate una por mis ganas de estar aya y por mis garcias de poder VER parte de lo que ves, muchas gracias
daniel

Rodrigo González Lillo dijo...

Gracias a ustedes por los comentarios. Trato de entregar algo honesto, y sobre las historias de vida... esa es MI vida desde hace algún tiempo: develar lo que permanece oculto, hacer de lo -aparentemente- ordinario algo extraordinario: Todos y cada uno de nosotros tenemos algo valioso que mostrar y entregar a los demás.

Un gran abrazo a la distancia, nos vemos para el próximo invierno austral.

Anónimo dijo...

El trabajo que estás haciendo, tiene una importancia histórica, no sólo para Camilo y su familia… Su historia se replica por muchos… la huella que dejó la dictadura es enorme, trasciende a varias generaciones… Entonces tu trabajo contribuye al rescate de la memoria histórica de Chile. Y la sensibilidad con la cual vas construyendo el relato es propio de ti… como dice Sandor Marai “Son pocas las personas cuyas palabras concuerdan con su existencia…” definitivamente tú eres de esos pocos… Tu quehacer artístico y humano me conmueve…
Infinitas gracias señor fotógrafo de estrellas…

Anónimo dijo...

Un fuerte abrazo a la familia Muñoz - Ibacache
Denis (integrante del grupo Kullawas)