Talca, París y... LONDRES (I)

Paradoja 1: No vivo en Inglaterra. Viví por más de 31 años en Chile. Ahora llevo más de 3 meses en Francia… y de las 3 ciudades, hoy puedo decir que la que más conozco es Londres.

No tenía unas grandes expectativas previas, mis únicas imágenes de esta ciudad eran el Big-Beng y los guardias del Palacio de Buckingham.

Paradoja 2: Recuerdo haber tenido clases de inglés desde los 6 años, toda mi vida he visto películas habladas por gringos (con subtítulos, por cierto), y puedo hilar varias frases coherentes en la lengua de la reina Isabel. Sin embargo, en el aeropuerto de Londres no entendí casi nada cuando me controlaron el pasaporte… y tuve que pedir que me hablaran en francés (porque el castellano aquí no existe).

El avión llega con dos horas de retraso, y en Gatwick me espera Diego, uno de los socios de Distancia Focal, y quien está en Londres realizando un master en fotografía y temas urbanos. Me juntaré con él algunos días para recorrer las viejas calles de Sherlock y de Jack el destripador.

Del otro lado del espejo

Lo primero que choca en Londres es el sentido del tránsito, es como si cambiaran todo el esquema mental, los hemisferios cerebrales se cruzan en la orientación geográfica, y en toda la semana que estuve siempre fue complicado saber para que lado de la calle había que mirar.


El Albergue 1

Luego de un par de horas de viaje, en las cuales veo un Londres que no parece tener muchas diferencias con La Reina o Las Condes, llegamos al albergue de Rothertite. Es un edificio moderno, y debo dormir en una barraca para 10 personas. No está mal el lugar, aunque parece que no son muy fanáticos del aseo por estos lados. Los desayunos están buenos, pero todos los días hay una negra sargento diciendo “No! It’s too much!”, y hay que sacar sólo 2 bocadillos en lugar de 3 (apretados no ma’). Como sea, aprovecho cuanto puedo, y un par de huevos duros al bolsillo serán bien apreciados a mediodía.

Tower Bridge

No estaba en mi imaginario de la ciudad, pero me doy cuenta que es uno de los monumentos más importantes, junto al Big-Beng y Tower Hill. Los turistas abundan por doquier.

 

 

***********Christmas Eve***********

Para la celebración de Navidad nos juntamos el 24 con Diego y un grupo de amigos chilenos, todos estudiantes de algún postgrado. También están presentes un australiano y un inglés con su madre que tiene cara de llamarse Elizabeth o Victoria. La señora me recuerda a mi abuela: medio sorda y disfrutando de la presencia juvenil. De vez en cuando le da por hablar de su vida, y en un inglés con acento de película de “lores y sires”, quien tenga el turno debe escucharla con paciencia.

Algunos de los ritos locales que debemos hacer: vestir una corona de papel, y hacer un círculo para que todos juntos abramos una especie de “sorpresa de cumpleaños” que además tiene un chiste inglés… un fome chiste inglés. Había que leerlo en público, pero nadie lo hizo.

La celebración comienza cuando ya está oscuro, es decir, a las 16:30 hrs… y se extiende hasta pasadas las 23 hrs. (la sensación es que pasan de las 2 AM), momento en que hay que marcharse para no quedarse sin micro o metro. La pasé muy bien, aunque fue la navidad menos navideña que haya tenido, y a medianoche llego al albergue. Merry Christmas, le digo al guardia… y a dormir.



Los parques

Para mala suerte mía, el 25 de diciembre es un día tan especial en Londres, que no hay transporte público, y prácticamente todo está cerrado, así es que debo emprender marcha hacia lugares que no habría ido inicialmente.

Así fue como llegué a uno de los tantos parques que tiene esta ciudad, los cuales abundan, están muy bien cuidados y son extensos. En algunos es como meterse por momentos en un bosque valdiviano en medio de la ciudad, con la diferencia que los animales están muy acostumbrados a que el humano los alimente. Tienen más confianza que paloma santiaguina: patos, cordornices, gansos… y varios pajarracos que veía por primera vez. Por si fuera poco… veo pasar un zorro… ¡La zorra! Que sorpresa, pero no será la última vez: esa misma noche, en plena calle muy cerca del albergue, otro zorro me seguirá unos metros. Y más aún… en otra jornada, cerca de medianoche, veo correr un zorro asustado en la calle frente al mismísimo Big-Beng. ¿Alguien se imagina algo semejante en Plaza Italia?

 

 

 

 

************El parque tiene una pequeña colina, desde la cual tengo la siguiente panorámica:


Y cuando estaba tomando la foto anterior, fue que se me acercó un negro con actitud de Edie Murphy, y se genera un diálogo como éste:
-Edie Murphy: Oh, its greit cul, washanshanculinterwow fotograf, du yu javantirunwoww Canon ?
-Rodrigo: Oh yes… Canon
-EM: Oooh cul… ai washanchinflunprinprin Canon naitaimwashinshan Sigma lens…
-R … Oh no, Canon is beter. Ai jav onli Canon lens.
-EM: Oooh greit cul …. wetershinganwashanshinpatatinpatatan landskeips ???
-R ...
-EM ...
-R: Oh yes! it’s a biutiful landskeip, ai lov landskeips
-EM: oh, nais. And yur lens is washontinfereiomashanshan jau mach ?
-R ...
-EM ...
-R: Oooh, its a seventi tri tausand, avec... eeeh... güit imach estabiliseitor
-EM: Oh greit cul veri gud lens and camera... okei bai! nais to mityu!
-R: Bai ! Merri crismas!

El cambio de chip es difícil… mi precario francés sigue presente, y las frases tarzanescas en inglés se mezclan en mi cabeza con el francés. A ratos, el inglés simplemente no me sale… repetiré muchas veces merci, en lugar de senkiu. Y cuando Diego esté presente, será bienvenida su labor de transleitor.

El meridiano cero

Mi recorrido sigue cerca del río Támesis rumbo a Greenwich. En dicho lugar hay un paseo habilitado junto al río, algunos museos, y un gran parque (otro más), donde está el antiguo observatorio. Ahí funciona ahora un museo donde está señalado el lugar exacto del meridiano cero… pero obviamente, estaba cerrado.



************Westminster y el Big-Beng***********

Saliendo del Metro Westminster, se puede ver la textura de chocolate en ramas de un edificio que resulta ser el símbolo londinense por excelencia. A lo lejos, al otro lado del río, se ve una especie de gran rueda de la fortuna, que denominan El ojo de Londres: en ella se puede apreciar gran parte de la ciudad, con narraciones en distintos idiomas que cuentan la historia de cada lugar. Muy cara la entrada, y mucha gente esperando. Prefiero seguir caminando.